miércoles, 20 de diciembre de 2017

¿Quieres ayudar a tus hijos? ...Trabaja en ti


Representar el amor desde la maternidad no es fácil. Por fortuna descubrí a Katie Berggren, artista estadounidense y de inmediato me di cuenta que era lo que estaba tratando de encontrar. Su obra transmite la relación entre padres e hijos desde el amor; con la ternura, la luz  y la sencillez de la belleza.
En una entrevista respondió: “Trabajo partiendo de bocetos que hago en mi cuaderno y que surgen de mi corazón, mi alma e influencias del mundo que me rodea. Cuando tengo fotos que me inspiran (para los cuadros por encargo), miro las fotos durante los primeros 10 o 15 minutos y después las aparto y veo qué florece en el lienzo. No tengo ni el deseo ni la intención de que se parezca a la foto, sino que sea una representación desde el corazón de la emoción y la cercanía”. 
Desde esta luz artística como punto de partida, encontré otro artista del alma: Jordi Gil Martin; terapeuta, psicólogo gestaltista, constelador familiar, formado en el proceso S.A.T. de Terapia Integrativa-Eneagrama dirigido por Claudio Naranjo...y más; quien con sus libros y artículos ofrece orientaciones que informan, forman y transforman. Acá dos de ellos...


La crianza consciente es un arte complejo que requiere atención y conciencia.
Los hijos y los padres transitan por situaciones que les son angustiosas, ya sea porque son difíciles, confusas o desconocidas.
En la relación adulto-niño, el adulto es responsable de cómo se gestiona dicha interacción. Necesitamos estar atentos a nuestras experiencias, a aquello que nos es fácil y difícil en ellas. Educar es un acto complejo. 
Para ser capaces de construir una relación padre/madre-hijo saludable necesitamos tener conciencia de nuestra experiencia presente, de nuestros automatismos, impulsos y de las experiencias que nos son fáciles o difíciles de sostener en nuestras relaciones con adultos y, especialmente, con nuestros hijos.


¿Por qué creo que la auto-conciencia de los adultos es la base para una buena crianza?
Esta auto-conciencia nos aporta un autoconocimiento de base el cual nos permite gestionar de un modo más nutricio la complejidad de las experiencias de crianza consciente. 
“Me enfada mucho que no me hagan caso” 
“Si no me siento vista me entristezco” 
El tener una conciencia mínima de lo que nos pasa y de cómo vivimos lo que nos pasa en nuestras relaciones, nos facilita un mayor margen de maniobralidad a la hora de ajustarnos ante nuestros hijos, niño/a, para buscar una solución lo más sana posible a las situaciones por las que transitan. 

“Cuando mi hija tiene miedo le sienta muy bien que le de unos segundos de pausa” (conocimiento respecto al niño) 
“Desde mi ansiedad la hubiera sacado del tobogán a la primera de cambio” (reconocimiento de nuestro impulso inicial) 
“Cuando un niño pega a mi hijo en el parque me sale mucha rabia” (reconocimiento de situaciones que me son difíciles)

Crianza consciente: Atiende a tu experiencia, mientras atiendes a los niños
El reconocer qué nos pasa mientras algo nos pasa, nos facilita un mayor ajuste organismo-medio, y ofrecer opciones más ecológicas a nuestros hijos en las situaciones fáciles o difíciles por las que transitan. 
No se trata sólo de atender al niño. En la crianza consciente, el reconocimiento de la propia experiencia nos permite atendernos mientras atendemos al pequeño. 


“Cuando veo que estoy demasiado enfadado con mi hija por lo que está sucediendo, me retiro un rato” 
“Si me siento poco respetada busco el dialogo con mi hija, aunque sea difícil en vez de aislarme o desconectarme” 
“Si estoy saturada me doy un break de 20 minutos” 

El cómo me relaciono con mi propia vivencia me facilita atender a la del niño/a.
Este uso de nuestra capacidad de tomar conciencia de nuestra experiencia, junto a una actitud de autorresponsabilización de lo que nos sucede y de cómo lo gestionamos, es la clave para poder establecer crianzas sanas.
Es decir, el cuidado y el acompañamiento en la crianza consciente pasa por un mínimo de toma de conciencia de nuestra experiencia, y la de nuestro hijo/a. Es una mirada doble a lo que va sucediendo + la responsabilidad individual del cuidador. 
La relación cuidador-niño supone un encuentro continuo entre dos experiencias. Implica una gimnasia voluntaria de tomar conciencia mínimamente de la mía y de la del otro, de cómo se relacionan ambas para, desde allí, tener en cuenta ambas formas de estar, ser y hacer en un presente cambiante, en busca del crecimiento y desarrollo del pequeño, y también del grande.


“La única respuesta es una mayor consciencia”.

Peter Brook. 

Criar hijos felices y emocionalmente inteligentes, pide mucho esfuerzo, paciencia y sobretodo conciencia. Lamentablemente, es muy fácil hacerlo mal.Y aquí Jordi nos acerca a: 

10 estílos tóxicos de crianza


Hijos felices: Crianza, conciencia y “padres interferidores”

Somos inevitablemente hijos de unos padres imperfectos. Y nos hemos desarrollado desde los que nos dieron y desde lo que no nos dieron nuestros padres.
El niño necesita de un adulto competente que ponga conciencia en sus propias experiencias y en las del niño para poder transitarlas y gestionarlas en pos del desarrollo del pequeño, y de paso del crecimiento personal del adulto.
Para criar hijos felices, tienes que saber que mayormente el niño necesita de un adulto que no interfiera en su capacidad innata de auto-realización, y que la nutra.


En la crianza consciente, el no interferir en el desarrollo de un niño implica acompañar más que dirigir, confiar en sus posibilidades, contextualizar situaciones, contar lo que va pasando, ayudarle a tolerar lo difícil y la frustración… Se trata de apartar las piedras del camino, y sobre todo de no poner más de las que ya hay.
Desafortunadamente existen muchos Padres que claramente interfieren con el desarrollo de los niños. En la cuestión de la crianza es muy fácil hacerlo mal, y hacerlo bien pide mucho esfuerzo, paciencia y sobretodo conciencia.
Te propongo que leas estas líneas poniendo la conciencia en el efecto que tendría en tu ser, el tener un cuidador de este tipo.


Los 10 estilos tóxicos de crianza: Ejemplos de Padres interferidores

Para criar hijos felices y emocionalmente fuertes, es necesario tomar consciencia de estos 10 estilos tóxicos de crianza: 
  1. Padres hipercríticos, dicen cosas como “te has equivocado”, “tendrías que saber hacer esto”, “aún no sabes atarte los zapatos”…Sólo señalan lo malo, lo erróneo o equivocado. Especialistas en no respetar el tempo de aprendizaje del niño y fuentes de inadecuación.
  2. Padres hiperprotectores dicen cosas como “te llevaré encima siempre que llueva” “ya te lo hago yo” “no te preocupes, ya me ocupo yo de todo” “dime si esos niños te molestan”. El niño es una extensión suya, el cordón umbilical ata y ahoga. Confianza cero, y mucho control disfrazado de amor. Especialistas en crear dependencia.
  3. Padres inconsistentes, hoy dicen una cosa y mañana otra distinta, hoy todo es "ok" y mañana lo mismo puede ser una mierda. El martes pueden decir “lo siento debes llegar a casa a tu hora” y el miércoles “no me importa lo que hagas, simplemente déjame solo”. El niño no sabe a qué atenerse, un día le ponen los zapatos y al siguiente se enfadan porque no lo hace solo. Necesitamos una mínima estabilidad para tener una referencia desde la cual desarrollarnos. Creadores de desorientación.
  4. Padres conflictivos, discuten en casi todos los temas, esta se puede manifestar con gritos, reproches… o de forma tacita, calmada, racional, cruel, divertida… El conflicto se transforma en una forma de relación. El niño es permeable a un estrés y a un conflicto que no es suyo, puede entrar en una tristeza silenciosa ante el conflicto de dos seres a quien ama, o en una alerta interna que no puede apagar. El padre y la madre a nivel psicológico forman parte del niño, el cual experimenta estas dos partes conflictivas entre sí. Especialistas en crear adultos que tenderán a retirarse, evitar o a crear conflictos. 
  5. Los padres ausentes de cuerpo presente, son aquellos que están en casa aunque no se dan en la relación, no establecen contacto ni emocional ni corporal, se aíslan en un determinado cuarto, butaca, despacho,... o en una actividad determinada y exclaman “Lo siento estoy ocupado”, “ahora no, quizás mañana”...Hacen driblings para no atender al niño, lo apartan o directamente viven en un iglú.
  6. Los padres súper organizados, lo procesan todo, no se muestran humanos, más bien maquinales. Todo pide ser ordenado, el niño también. El niño no se siente muy visto, el orden y el control es más importante que el ser. No hay un contacto directo entre padres-hijo, siempre se interpone una tarea o un objetivo. Mucho supuesto orden y poca humanidad.
  7. Los padres sobre necesitados, esperan ser cuidados y que todo fluya mágicamente. Su estado niño interfiere con el niño real. Se ponen de igual a igual con el niño. No se sabe si hacen las cosas por sus hijos o para ellos mismos. El niño no siente tener una referencia externa que pueda modelar. 
  8. Los padres Jekyll-Hyde. Ahora son tiernos y comprensivos, ahora iracundos y autoritarios. Oscilantes, irritables, volubles, cualquier cosa puede pasar. ¿Quién es quién? Surgen hijos de la duda e hiper-alertas, se preguntan ¿hoy que toca?, ¿luz u oscuridad? 
  9. Padres sobre confiados. Confían en el universo y en abismo. La naturaleza lo cuidará. Dan el niño al bosque o a la salud cósmica. “¿dónde está el niño? - no lo sé, estaba por allí”. De la sobre confianza a la dejadez, sin culpa ni conciencia de la misma.
  10. Padres fanáticos de las leyes. Las normas deben ser cumplidas. Las leyes nos salvarán, si el niño está bien o mal emocionalmente no importa, la ley cósmica lo sanará, si hay que ir a dormir a las 21 hs y el niño ha tenido un día difícil y está triste, que se aguante, la ley es la verdad y a la larga lo hará un hombre o una mujer de provecho. Lo normativo está por encima de la experiencia. Especialistas en crear futuros adultos que se darán poco o ningún permiso y cuando lo hagan se sentirán fatal. Te amo, pero la ley es la ley. 
Claves para criar hijos felices


Todos a momentos podemos ser uno de estos padres. Para criar hijos felices y emocionalmente inteligentes, la cuestión es poner conciencia en nuestra posición de cuidador y dar lo mejor de nosotros mismos para que los niños puedan ser la mejor versión de sí mismos, y tener unas buenas relaciones, es decir una buena vida.
Esto solo es posible a base de conciencia y de un esfuerzo consciente.
El darse cuenta de nuestras formas de ser, pensar o hacer nos permite adquirir una conciencia mínima de como entramos y salimos de estas formas de tratar al niño. Es inevitable entrar en callejones sin salida, la cuestión es darse cuenta de los mismos y encontrar una forma de salir. Y por el camino aprender otras formas de gestión.
Por Jordi Gil Martin - Co-Director Gestalt Salut Psicoterapia


Un hombre dijo a su nieto: “siento como si tuviera en el corazón dos lobos que se están peleando. Uno de ellos es violento, está siempre enojado y queriéndose vengar. El otro está repleto de perdón, compasión y amor”.
El niño le preguntó: “¿Cuál de los dos será el que gane la pelea y se quede en tu corazón?”.
A lo que el abuelo le respondió: “El que yo alimente”.

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