lunes, 12 de febrero de 2018

LA INFANCIA, EDAD SAGRADA

PEQUEÑA ALA



Ahora, ella está caminando por las nubes.
Con  su mente que es un circo, sin parar de dar vueltas.
Mariposas y cebras, y rayos de luna, y cuentos de hadas.
Es todo en lo que ella piensa,
mientras cabalga sobre el viento.
Cuando estoy triste, ella viene a mí.
Dándome mil sonrisas, sin pedirme nada a cambio.
Está bien, ella dice, está bien
Toma lo que quieras de mí,
cualquier cosa, cualquier cosa.
Vuela pequeña ala
Si si, si, pequeña ala.
Esta imagen onírica fue creada por el artista, músico, comunicador y gestaltista Juan Camilo Martínez inspirado por el gran guitarrista y compositor Jimi Hendrix.
Adorna e inspira mi lugar de consulta, un sitio cálido, dispuesto para relajar, para guardar en el recuerdo como un sitio seguro, un sitio que está conectado con sensaciones de armonía. No significa que si se está mal, todo desaparezca mágicamente, pero ayuda mucho. Permite que no se marquen distancias, sino acercamientos a los lenguajes del alma, que en definitiva, es a la cual queremos llegar y escuchar.



Así mismo, se percibe en el entorno el toque de lo infantil, cuyo propósito con los adultos es propiciar el despertar el niño interior que todos llevamos, y con los niños la seguridad  y la contención amorosa de los adultos al sentirse escuchados.
Deseo compartir en este espacio también a Evânia Reichert, escritora, periodista y profesora del Programa SAT, creado por Claudio Naranjo. Se declara de izquierda y ecologista pero está convencida de que "La auténtica revolución empieza por educar bien y que la inteligencia no depende tanto del ADN como de los besos y abrazos que recibimos en la infancia -y también a lo largo de la vida". Lo explica en detalle en su libro “Infancia, la edad sagrada”, de Ediciones La Llave.
La investigación que presenta en su libro “La infancia edad sagrada” muestra que el desarrollo del niño es esencialmente interdisciplinar, pero que también es importante poner de relieve el afecto. Sobre todo porque la neurociencia aporta una contribución muy concreta, comprensible para cualquier persona, y también para satisfacer a los que necesitan "evidencias científicas" para entender la urgencia de la prevención biopsicológica, el binomio salud-educación y la interacción entre el cuerpo, la psique y el ambiente.

El contacto corporal afectivo genera bienestar y esa sensación agradable libera una hormona que estimula la sinapsis, las conexiones entre las neuronas y la formación de redes neuronales, promoviendo aún más el desarrollo temprano del cerebro. Del mismo modo, también la hormona del estrés, el cortisol, puede ser crucial para la promoción de la poda de las sinapsis, causando déficit en el desarrollo y las matrices de la depresión y la ansiedad, algo que puede marcar negativamente la constitución psíquica de una persona. En las últimas décadas, la neurociencia ha demostrado con pruebas de tecnología de punta la relación directa entre el afecto, el desarrollo temprano del cerebro, el estrés y la depresión. Pero nada de esto es nuevo. De hecho, el psicoanálisis y sus herederos siempre hablaron de todo esto, en el campo de la subjetividad. Lo importante es que hoy en día tenemos más evidencia de que en los primeros años de vida la maduración biopsicológica, alimentada por el afecto, da lugar a virtudes como la capacidad afectiva y el sentido humanista, el reconocimiento mutuo y la alegría. Estas contribuciones abren, aún más, nuevas vías para el trabajo de prevención de los trastornos biopsicológicos, incluso entre personas que no tienen en cuenta la subjetividad de los niños como un tema importante. Desde el año 2000, la Organización Mundial de la Salud ha insistido en la urgencia de la prevención en la infancia como una manera de hacer frente al crecimiento de la depresión y la hiperactividad en la infancia, la adolescencia y la vida adulta.
"La paz en el mundo empieza en el vientre de la madre"

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