Vamos a hacer una versión de un
antiguo cuento Cherokee del lobo blanco y lobo negro desde un enfoque de
psicología del trauma.
Alrededor de una hoguera, al
anciano le gustaba hablar de sus emociones con sus nietos, y contarles bellas
historias que les ayudaran a entender y a vivir.
Esa noche, sus nietos le miraban
con mucha atención. El anciano se movía nervioso, aturdido. Y el niño le
preguntó:
– Abuelo, ¿Qué te pasa?
El Cherokee mayor le dice a su
nieto reflexionando: “Tengo la sensación de que
dentro de mi corazón habitan dos lobos que luchan.
Uno de ellos es negro, está
enfadado y lleno de ira. Decide pelear muchas veces sin razón, o por el
contrario se esconde o huye, guiado por la rabia o el miedo ante el más mínimo
contratiempo. Además dentro del lobo negro hay pena, odio, apatía y parálisis.
Es el lobo trauma.
El otro es un lobo blanco, rebosa
amor, paz y perdón. No le gusta el conflicto ni el sufrimiento, solo lucha para
defenderse o defender su entorno. Dentro del lobo blanco hay bondad,
curiosidad, compasión, coraje, claridad, conexión, confianza, creatividad,
calma y coherencia. Es el lobo sano.
Ambos lobos, el blanco y el
negro, a veces luchan por dominar mi mente y mi cuerpo”.
El joven tomándose su tiempo para
reflexionar, pregunta entonces:
“¿Y cuál de los dos ganará?”
De nuevo el Cherokee anciano toma
la palabra y afirma:
“Aquel al que yo alimente”.
El nieto, no contento con la
respuesta, añadió:
“¿Por qué no expulsas al negro de
tu alma?
El anciano dijo de nuevo:
“Ambos se quedarán en mi corazón
y me acompañarán”.
Desconcertado el nieto volvió a
preguntar:
“¿y no sería más fácil matar al
negro?”
Finalmente el anciano Cherokee
añadió:
“El lobo blanco y el lobo negro,
aunque a veces luchan, se necesitan el uno al otro. Cada lobo tiene una
finalidad y cualidades que preciso para vivir.
El lobo negro está acostumbrado a
la oscuridad y nada más sentirse herido se despierta para protegerme, me avisa
de una posible persona oscura o lugar oscuro, quiere defenderme a toda costa
por eso a veces se confunde”.
Él nieto volvió a preguntar con
la curiosidad sagrada de los niños:
-No lo entiendo, el blanco ya te puede
defender de la oscuridad.
-Quizás sí, respondió el anciano,
pero solo el negro me puede recordar que viví en la oscuridad y que la deje
atrás.
Además luchó tanto que casi
pierde su salud mental y física.
Entenderás pues, que no lo
abandone.
No puedes abandonar a un lobo tan
leal.
¿Lo entiendes?
-Lo entiendo perfectamente.
Gracias abuelo.
Este cuento o leyenda de los nativos americanos trae muchas enseñanzas y reflexiones sobre cómo vivimos nuestra vida interior en nuestro día a día, que se pueden aplicar especialmente al abordaje del trauma emocional. Y de cómo podemos practicar la conciencia dual, es decir ver en nosotros una parte sana y una parte trauma, sin fusionarnos con ninguna de ellas.
Los dos lobos, quizás también sean dos perros leales que merecen ser cuidados.
No puedo abandonar a una parte mía igual que no puedo dejar que me domine ninguna.
El lobo trauma luchó por mí, larga vida al yo superviviente que vive en nosotros. Larga vida al héroe interior. No deben luchar, deben colaborar en pos de la felicidad de su amo, de la conciencia que gestiona las partes del yo que se activan en las situaciones que vamos transitando.
Si solamente alimento al negro, el trauma y sus secuelas, su experiencia se cronifica e inunda nuestro día a día, seré incapaz de disfrutar de la vida y las personas que me rodean. Me convertiré en una persona enferma atravesada por secuelas del trauma.
De igual modo, si solo alimento al blanco corro el riesgo de desconectarme de otras partes que también son dignas de ser, existir e incluso excluyo todo aquello que no es fácil pero también es importante, como el esfuerzo aunque esté agotado, o saber esperar aunque a veces sea desagradable.
Todo lobo tiene derecho a pertenecer a nuestro equipo mental. Toda experiencia merece ser atendida.
En pos de un equipo de partes del yo, que no excluye a ninguna, al amparo de una mirada compasiva e inclusiva.
Esconder la oscuridad no la disuelve, acompañarla es más sano.
Leyendo este cuento me gustaría resaltar la importancia de reconocer nuestra dualidad y ver cómo nos resistimos a ella, y por tanto nos desgastamos en vano. A su vez ver la importancia de que ambas partes existan y buscar cómo transitarlas y atenderlas lo mejor que podamos.
Al final, el lobo negro bien gestionado no deja de ser un recordatorio de cómo se puede sufrir en la vida y de cómo hemos sufrido.
Reconocimiento:
Centro Gestalt Salut
gestaltsalut@gmail.com
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